Capitulo 1
Me eché en la cama y solté
un bufido de molestia. No quería estar allí.
Llevé ambas manos al
vientre y lo palpé. ¡¿Cómo que delgada?! ¡Joder! ¡Estoy como una puta foca!.
Hice una mueca y saqué el
iPod junto a los cascos. La música me ayudaba de salir del mundo en el que vivo
y refugiarme en uno lleno de fantasía y sueños imposibles.
-
Estas aquí por
tu culpa – me acusó Caridad, mi madre.
No contesté y busqué una
canción para escuchar.
-
¡Quítate los
auriculares estúpida! – bramó con potencia.
Me los saqué sorprendida y
la miré, luego dirigí mi vista al médico que estaba apoyado en la puerta,
mirando estupefacto la escena.
El hombre entró indeciso.
-
¿Eres Alicia?
¿Alicia Garrido? – preguntó mirándome fijamente.
Asentí y dirigí de nuevo
la vista al iPod, solo que esta vez no buscaba música.
-
Con que
anorexia… - dijo entre dientes.
Sonreí con un poco de
timidez.
Levanté la vista y me
sorprendí al ver como el doctor le ponía un candado al baño.
-
¡¿Pero que
hace?! – exclamé, mirando al candado y después a el.
-
Lo siento,
pero es por seguridad…
Resoplé y di un pequeño
golpe en la colcha. ¡Genial! ¡Seguridad ante todo!.
-
Me largo
Caridad se fue de mi
habitación, quedándome sola con el doctor.
-
Tu madre
debería quedarse… - comentó.
-
Que se valla,
mejor para mi
El médico parecía
preocupado por la situación familiar en la que me encontraba.
-
Bueno Alicia,
debo recomendarte esto – pensó un poco en sus siguientes palabras - ¿Tu quieres
salir del hospital?.
-
Si, claro
-
Pues si
quieres salir lo más rápido posible, debes comer, y bastante.
Hice una mueca de asco.
¿Comer? ¡Puag! ¡Pero si le había cogido desprecio a la comida!.
El médico prosiguió.
-
Y tampoco
debes esconder la comida ni nada, porque te la encontraremos. Ha y claro, no
debes vomitar.
Suspiré. Son muchas
obligaciones para mí.
-
Mira, no
sabemos que harás, pero yo te recomiendo que si quieres salir cuando antes, no
deber hacer ninguna de estas cosas.
No respondí. Clavé mis
ojos en la ventana con nostalgia.
Escuché unos pasos y
supuse que acababa de quedarme sola en la habitación.
Me percaté que había otra
cama, y que esta estaba llena de cosas, por lo que tendría una compañera de
habitación.
Me levanté y miré de
soslayo la puerta del baño. Tengo ganas de vomitar y no puedo entrar, menuda
putada.
Miré la vestimenta que
llevaba. Unos pantalones negros de chándal ajustados a los muslos y una
camiseta de mangas tirantes blanca.
Me parecía increíble que
la camiseta me estuviera bien, después de la gorda que estoy.
Salí de mi habitación y
decidí dar una vuelta por el hospital, mi hogar probablemente, en varios meses.
Me sorprendí al ver a
tantas chicas con anorexia o algún tipo de trastorno alimenticio por la zona.
¿Y lo chicos?, ¿Y los grupos del hospital?.
<<Creo que has visto
mucho ‘’Pulseras rojas’’>> pensé.
Pulseras rojas… ¿Qué
decir? Estoy enganchada a la serie, ¡Me encanta!.
Pero sin embargo, no soy
una loca de esas fan que no deja en paz a los actores.
No soy tan gilipollas…
Me entró uno de esos
mareos que me acosan normalmente. Ya no me asusto por ello, estoy acostumbrada.
Aun así, no me
acostumbraba al malestar que sentía.
Me senté en un banco y
suspiré, agachando la cabeza y mirando el suelo.
-
¡No me lo
puedo creer!
Una chica acababa de
gritar al lado mía, haciendo que me asustará y pegara un pequeño bote en el
asiento.
La fulmine con la mirada y
me levanté gruñendo.
-
¡¿Te has
enterado?! – me preguntó de repente dando saltitos de emoción. Parecía que no
se había dado cuenta de que me había molestado.
La observe mejor y me
percate de que, al igual que yo, estaba anoréxica.
-
¿De que? –
respondí controlando el mal genio que tenía en esos momentos.
-
¡Los pulseras
van a venir al hospital! ¡Y exactamente a nuestra planta!
La miré confundida. ¿Los
pulseras? No entiendo…
-
¿Qué pulseras?
La chica me miró
horrorizada. Se llevó las dos manos a la boca y se tragó un pequeño grito.
-
¡¡¿No sabes
quienes son los Pulseras Rojas?!!
Ahora caí en que se
refería.
-
¡Ah ya!
¡Pulseras rojas!
La expresión de la chica
cambió a total tranquilidad.
-
¿Y cuando
vienen?
La verdad es que no me
interesaba, pero al menos tendría algo de que hablar.
-
¡Dentro de una
semana! ¡Que nervios! ¡¡En cuanto vea a Mikel y a Alex me moriré!!
Le sonreí. Esta tía está
LO-CA.
-
Bueno… yo me
voy a mi habitación…
Me di la vuelta dispuesta
a alejarme de esa chica lo más rápido posible.
-
¡Espera!
La miré con gesto de
fastidio.
-
¿Quieres venir
a vomitar?
El gesto me pasó a
sorprendida y ha agradado.
-
¿Cómo? Mi baño
está cerrado y el tuyo seguramente también lo estará…
-
Ya, pero
podemos ir al público. ¿Quieres venir?
Le sonreí, esta vez
agradada y me acompañó al baño público.
-
Cada vez que
quieres ir a vomitar ve al público – me informó a la vez que ponía cara de asco
al pasar al lado de una bandeja llena de comida.
Llegamos al baño y cada
una se fue al retrete correspondiente.
La sensación fue genial.
Necesitaba vomitar y no sabía que iba a hacer.
Tiré de la cadena y me
dirigí a lavarme las manos.
La chica ya había salido
antes y acababa de lavárselas.
-
¿Cómo te
llamas? – preguntó mirándome fijamente.
-
Alicia, ¿Y tú?
-
Teresa
Me sonrió. Ahora no
parecía tan loca como hace unos minutos.
-
¿De que
habitación eres? – siguió preguntando.
-
La 119
Teresa abrió los ojos y
soltó una pequeña risa.
La observé extrañada.
-
¿Qué?
-
¡Que yo
también soy de la 119!
Ahora la que soltó una
pequeña risa fui yo. Solo que mi risa era nerviosa.
-
Ah, pues vaya…
somos compañeras…
Le sonreí forzadamente y
dirigí la vista a las uñas descoloridas.
-
¡Que guay! –
exclamó la otra dando pequeños saltos - ¡¡Vamos a la habitación que te quiero
enseñar unas cosas!!
No me dio tiempo a
reaccionar, cuando Teresa me agarró del brazo y tiró de mí hacia la salida del
baño.
La chica corría muy rápida
a pesar de estar tan baja en fuerzas.
Al llegar a la habitación,
resoplé y me tiré a la cama. Pero Teresa me levantó y me dirigió a la suya.
-
Teresa… ¿Qué
pasa?
-
¡Mira!
Sacó de entres unos
cuadernos fotos de Mikel Iglesias, Alex Monner, fotos de Pulseras Rojas…
-
Eh… Que chulo
– dije con la voz entrecortada.
-
¡¡A que son
guapísimos!! ¡Me voy a morir! ¿A ti quién te gusta más?
-
Eh…
-
¡¿Te gusta
Pulseras Rojas?!
Asentí rápidamente.
-
¿Y quién es tu
favorito?
-
Pues no se… a
mi los actores estos no me interesan…
Teresa se llevó una mano a
la cara, haciendo como si se desmayara.
-
Pero al menos,
habrá uno que te parezca más guapo que el otro… ¡¡¿Quién es?!!
Miré a los chicos
detenidamente.
-
Pues supongo
que Mikel…
Teresa gritó de entusiasmo
y me abrazó.
-
Oye Teresa,
¿Tu cuantos años tienes? – pregunté sorprendida.
-
¡Catorce!
Me lo suponía, esta tía
tenía que estar sobre esa edad.
-
Oye… que estoy
muy cansada, que me voy ha echar una siesta
Teresa asintió y si tiró
en su cama con energía.
Me tumbé en la mía y le di la espalda, para poder
dormirme tranquila.
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