sábado, 26 de octubre de 2013

Capitulo 19 [Segunda parte de la novela]

Bueno, lo he puesto en grande pero aun así lo digo. En esta capítulo narra Mikel, para que no haya confusiones. Gracias por la paciencia de esperar a que suba capítulo. y gracias por leerme. ¡Disfrutar! :3

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[NARRA MIKEL]

El teléfono seguía comunicando. ¿Qué pasaba? ¿Por qué no contestaba? No entendía nada.
Volví a llamar con la esperanza de que esta vez si lo cogiera, pero no.

-          Se ha acobardado… - murmuré enfadado

¡Pero si ella mismo dijo que quería cambiar! ¡¿Por qué se acobardaba de esa manera así como así?!

No daba crédito. En definitiva, Alicia era una niñata estúpida y cobarde. A veces, echaba de menos cuando era más dura. Aunque también fuese muy mona en su ‘’estado tranquilo y pasivo’’.

Saqué un cigarrillo y fumé. Si, dentro de la casa. No había nadie que me lo prohibiese, así que… ¿Por qué no?

El móvil empezó a sonar. Sonreí y me lancé hacia el. Pero la sonrisa se me borró al instante al ver el número. No era ella, ni mucho menos.

-          Eh tío – respondí sin ganas, desilusionado.
-          ¡Joder Mikel! ¡Llevamos casi una hora esperándote!

Cerré los ojos maldiciéndome. ¡Había quedado y no me acordaba por culpa de la discusión!

* * *

Aun no me había tranquilizado, y mira que había pasado casi dos horas después de la discusión. Incluso mis amigos me notaban raro, como distante.

-          Si tan preocupado estás, prueba a llamarla – dijo uno de ellos.
-          ¿Arrastrarme por ella? Ni hablar. Que haga lo que le de la gana.

En verdad me moría de ganas por escuchar su voz, aunque fuese un simple ‘’Déjame en paz’’. Me agrada que esté cabreada, se pone muy mona.

También pensé que quizás me he pasado mucho al decirle aquellas cosas. Y si, tenía ganas de besarla, aunque fuese un pico, pero al menos probar o rozar sus labios.

Suspiré e intenté no pensar más en ella, poder disfrutar de la compañía de mis amigos, hacer las tonterías de siempre.

Al final acabé disfrutando del día y dejé de pensar en Alicia, no fue muy difícil al fin y al cabo, aunque…

-          ¿Si? – el móvil estaba sonando y era un número desconocido.
-          ¿Es usted el señor Mikel Iglesias?
-          Eh… si
-          Por favor, debe ir al hospital urgentemente.
-          ¿Para qué? ¿Ocurre algo?
-          Una chica le tenía en contacto de emergencia en su móvil, por lo tanto tiene la responsabilidad de ir al hospital.
-          ¿Pero a que se refiere?

La mujer colgó. Miré a mis amigos sin saber que hacer y decir. ¿Hospital? ¿Hospital para qué? ¿Y cómo que número de emergencia?

Miré al suelo pensativo, y al momento boté en el suelo. ¡Alicia!

-          De-debo irme… - murmuré, corriendo hacia la moto sin responder a las preguntas que me hacían-

* * *

Llegué al hospital lo más deprisa que pude. Parecía un loco en ese momento, mirando de un sitio a otro, perdido.

Me acerqué a recepción muy alterado, no para de respirar fuerte y de morderme las uñas, media rotas ya.

-          Disculpe…

La recepcionista me ignoraba, puesto que hablaba con una enfermera que pasaba por allí.

-          Eh, un momento… - ni siquiera me miró - ¡¿Quiere escucharme, cojones?!

Ahora si. Parecía muy molesta tanto por mi comportamiento y por haber interrumpido su gran conversación.

-          ¿Qué ocurre niño?
-          Me han llamado
-          Menuda información nos das

Cogí aire, manteniendo calma con esta mujer.

-          Decían que alguien me tenía en números de emergencia
-          ¿Cómo te llamas?
-          Mikel Iglesias
-          Un momento…

Se fue de recepción en busca de un médico, y de paso para cotillear un poco con las enfermeras que estuviesen libres.

A los minutos volvió acompañada de un hombre de unos 40 años más o menos.

-          Mikel, ven.

Seguí al doctor, más nervioso que antes. Las manos me sudaban, todo mi cuerpo sudaba.

-          ¿Qué ha pasado?

No obtuve respuesta. Entonces llegué a un pasillo amplio, en el que había varias puertas. Habitaciones, obviamente.

Una puerta yacía abierta. Me quedé sin habla. Allí estaba Alicia, tumbada en la cama.
Tiene los ojos cerrados y parece estar en coma, o al menos inconsciente.

-          Cayó de la moto al cruzar una curva, iría distraída y… bueno
-          ¿Có-cómo está?
-          No muy grave, algún hueso roto, le hemos vendado la cabeza y llena de arañazos. Pero nada más.

Suspiré mientras me mordía el labio. Todo era por mi culpa, o al menos, una parte de ello. Me dirigí a su habitación sin decir palabra, y al entrar, la miré con tristeza.

- Lo siento… - murmuré.

Pensé en que sus amigos debían saber lo que había pasado, por lo que opte en llamar a Wendy en primer lugar.

-          ¿Si?
-          Hola Wendy, soy Mikel.
-          ¡Hola! ¿Cómo es que me llamas?
-          Alicia ha tenido un accidente con la moto y está en el hospital… - ella no contestó – creo que ha sido por mi culpa…
-          ¡¿Y ME LO DICES AHORA?!
-          ¡Me acabo de enterar, joder!

Colgó, así sin más. Ahogué un grito de rabia, en este momento odiaba todo lo que me rodeaba, incluido a mi mismo.

* * *

Ya había pasado unas horas y nada. Alicia seguía en las mismas, aunque no parecía mal. Los médicos iba a lo suyo y algunos amigos estaban a mi lado.

Àlex, cuando se entero, no se separaba de mi lado, le agradezco todo lo que hace por mí, es como un hermano mayor. Elvira estaba de los nervios, al igual que Teresa, Sonia, Emily…

- ¿Esa de hay no es Wendy? – dijo Elvira de repente, levantándose de su asiento.

Todos miramos a un punto fijo, y exacto, era ella misma. ¡¿Pero cómo podía haber llegado tan rápido de Corea?!

- ¡¡Wendy!!

Ella y Teresa se abrazaron. Todas se echaban de menos.

-          Joder, que cambio has dado… - murmuró Elvira mirándola de arriba abajo.
-          Un cambio de imagen no viene nada mal.

Me fije mejor. Se había rapado el pelo por un lado y vestía… diferente. Además, se había teñido de pelirroja.
Entonces se me quedó mirando y fue hacia mí lentamente. Quedamos a una distancia moderada.

-          Mikel – dijo en voz baja.
-          ¿Si?
-          Eres… un… ¡¡HIJO DE PUTA!!

Se abalanzó sobre mí, dándome golpes en la espada, la cabeza, la cara… ¡se ha vuelto loca!

-          ¡¿Pero qué haces?! – exclamé tapándome la cabeza.
-          ¡¡Está en coma por tu puta culpa!!
-          ¡¿Y crees que no lo sé?! ¡¿Crees que no me como la cabeza por ello?!

Dejó de darme golpes, pero aun así no bajé la guardia.
Sonia y Elvira la alejaron de mí y la llevaron a otro sitio para tranquilizarla, lo que hacía que se pusiera más de los nervios.

Cuando la perdí de vista suspiré, miré de nuevo a su habitación, por si alguna cosa del destina había despertado. Pero no. Quizás el doctor mentía y estaba en un coma profundo.

-          Voy al baño… - murmuré a Àlex.
-          Te acompaño.
-          No, no hace falta.
-          Me da igual, pienso acompañarte.
No dije nada más y fui al baño con Àlex a mis espaldas. Es increíble el apoyo que da este tío.
Al estar allí me eché un poco de agua en la cara para despejarme. Al mirarme al espejo se me notaba muy cansado, ahora mismo lo que deseaba era un cigarrillo, aunque fuese uno.

-          Toma – Àlex me leyó el pensamiento y sacó del bolsillo una caja.
-          Gracias

Cogí uno y el otro. Lo encendimos con el mechero y empezamos a fumar, disfrutando de cada calada.

-          No paro de comerme la cabeza por ella… - dije de pronto.
-          Mikel, para de pensar, también iba a mucha velocidad, le pasaría en cualquier momento.
-          No… joder. Si no la hubiese llamado no habría perdido el control. Hostia puta.

Quedamos en silencio y miré a mí alrededor. Sonreí un poco.

-          Aquí fue cuando nos escuchó hablar de ella hace dos años… - me mordí el labio – fui un cabrón.
-          Mucho, en eso debo darte la razón.

Le di otra calada al cigarrillo.

-          ¿Sabes? – dije expulsando humo – estoy enamorado de ella.

Àlex me miró y sonrió. Era la primera vez que admitía que me gustaba una chica, que dejaba atrás mi orgullo.

-          Y la he cagado bastante, pero juro que no más, que me la ganaré de nuevo, pienso enamorarla.
-          Mikel, ella ya está enamorada de ti.
-          ¿Y tú que sabes?
-          Porque se le notaba. Se notaba que os gustabais desde hace meses, pero no decíamos nada.

Nos abrazamos. Así de repente. Necesitaba un abrazo sincero en estos momentos.

-          Gracias por todo, tete.
-          Para eso estamos, Mikelino.

* * *

Pasaron horas, muchísimas horas, y al fin el médico nos dio la noticio que tantas ganas tenía de escuchar.

-          Ya ha despertado, pero solo podéis ir a verlo uno de vosotros. No es conveniente que se agobie con tantas personas.


Noté como todos me miraban a mí. Tragué saliva, me iba a declarar, de la manera que fuera, pero lo iba a hacer.